Ciudades y villas medievales de España

Doce son las villas y ciudades que conservan la esencia de la Edad Media. Pequeños lugares con grandes historias y bajo los mismos techos que cobijaron a obispos, príncipes y reyes.

Las grandes rutas diseñadas durante el Medievo, como la Ruta de la Seda o el Camino de Santiago, aseguraban volver con la maleta cargada de emociones. Hoy, la Red de Ciudades y Villas Medievales traslada al viajero en el tiempo, haciéndole regresar a los mismos lugares en que el día despertaba con el canto de los pájaros y acababa con la última copa de vino a la luz de la luna.

Doce son las villas y ciudades que han guardado la esencia de la Edad Media en nuestra península. Un viaje que nace en la bravura del Cantábrico y termina con el cadencioso paso del Tajo por el Alentejo portugués, entre almenas de castillos, murallas que encierran arte, tradición y cultura, gente hospitalaria, fogones en los que se maceran sabores añejos… Pequeños lugares con grandes historias y bajo los mismos techos que cobijaron a obispos, príncipes y reyes.

La Ruta comienza en Hondarribia (Guipúzcoa), villa marinera donde el río Bidasoa se funde con el Cantábrico.

Hondarribia

Cada 8 de septiembre la villa marinera de Hondarribia conmemora a su patrona, la Virgen de Guadalupe, situada en una ermita con su mismo nombre, en las laderas del Monte Jaizkibel. Desde allí, junto a la frontera con Francia, podemos contemplar las maravillosas panorámicas de esta ciudad medieval, cargada de rincones que relatan su historia.

El casco histórico, declarado Monumento Histórico-Artístico, es uno de ellos. La calle Mayor,  la Plaza de Armas o la Plaza Guipúzcoa invitan a olvidarse del reloj, a dejar pasar el tiempo, a pasear por sus empedradas calles  y a admirar una arquitectura que conserva numerosos vestigios del pasado. El Castillo del emperador Carlos V, actualmente parador, junto con la Iglesia Parroquial de Santa María de la Asunción y del Manzano, preside unas calles cargadas de historia de las que son  fieles testigos sus murallas, a las que se accede por la Puerta de Santa María.

Hondarribia, “vado de arena” en euskera, es una localidad con una amplia tradición pesquera. El Barrio de la Marina (declarado también Monumento Histórico-Artístico),  con sus calles San Pedro, Santiago y Santa María Magdalena, conserva numerosas casas coloristas de pescadores de gran belleza. Aquí  podemos encontrar restaurantes de todo tipo donde degustar la amplia oferta gastronómica de la ciudad, en la que destacan los famosos “pintxos”, siendo hoy día Hondarribia referente de la gastronomía vasca más allá de nuestras fronteras.

La ciudad, atractiva en cualquier época del año, se convierte en un importante destino turístico en verano, ya que cuenta con una amplia oferta hotelera y gastronómica. El paseo marítimo, que finaliza en el puerto pesquero, o la  playa son puntos ineludibles en la época estival, ideales para disfrutar de numerosas posibilidades en torno al mar Cantábrico.

La ciudad amurallada de Hondarribia te espera.

Desde allí a Laguardia (Álava), villa natal de Samaniego y un lugar de fábula donde el Ebro riega generosamente las vides con las que se elaboran los grandes vinos de la Rioja Alavesa.

                                    Ciudades villas medievales Hondarribia

Laguardia

Al sur de la provincia de Álava, Laguardia ocupa un lugar privilegiado dentro de Rioja Alavesa. Su ubicación sobre un cerro responde principalmente al talante guerrero de su fundador y a la  misión defensiva que los reyes de Navarra asignaron a la villa.

Cuenta la tradición que el rey navarro Sancho Abarca levantó a comienzos del siglo X un castillo para defender el sur del Reino de Navarra. A lo largo de toda la Edad Media y como consecuencia de las luchas entre castellanos y navarros, Laguardia cambió de dueño, siendo en el siglo XV cuando se incorpora  a la provincia de Álava y sus Hermandades.

Laguardia mantiene el urbanismo típico  medieval. Tres calles peatonales, estrechas y alargadas, atraviesan la población de norte a sur. La muralla ciñe el conjunto  y cinco puertas se abren para comunicar con el exterior. Entre los edificios destacan  la Casa de la Primicia, el Antiguo Ayuntamiento y la casa natal del fabulista Don Félix María Samaniego. El monumento más importante es la Iglesia de Santa María de los Reyes, en cuyo interior se conserva un imponente pórtico gótico, realizado en piedra a finales del siglo XIV y policromado en el XVII, que aún hoy  se puede  contemplar en todo su esplendor. En la parte sur está la iglesia de San Juan y su  torre campanario, que protege una de las  puertas de la muralla.

Laguardia es sinónimo de vino. Todo el subsuelo del pueblo esta horadado por bodegas. En torno a la muralla se encuentran las bodegas actuales, algunas de las cuales destacan por su cuidada arquitectura moderna.

Otros atractivos importantes son las Lagunas de Laguardia y el Poblado Prehistórico de la Hoya.

Pasear por sus calles, disfrutar de su entorno, visitar sus bodegas,  degustar sus vinos y saborear su exquisita gastronomía… Todo esto y mucho más es lo que ofrece Laguardia.

                                     Ciudades villas medievales Laguardia

Luego nos vamos a Estella-Lizarra (Navarra), donde la ruta se funde con el Camino de Santiago a los pies del Palacio de los Reyes de Navarra.

Estella-Lizarra

Situada en la zona media occidental de Navarra, la localidad nace y se encuentra sentada en un gran meandro del río Ega, el cual se abre paso entre las montañas que la rodean. Dista  a escasos 40 km de Pamplona e igual distancia de Logroño.

Historia y arte

La fundación de la ciudad data del 1090, cuando el monarca de Navarra y Aragón, Sancho Ramírez, decide fomentar el asentamiento de francos, donde se hacía necesaria una población que atendiera la creciente afluencia de peregrinos de toda Europa que se dirigían a la tumba del apóstol. Este rey otorgará un fuero derivado del fuero de jaca  para fomentar el asentamiento de nuevas poblaciones en esta zona, definitiva para traer el comercio a través del camino. El fuero les proporcionará la condición de francos, hombres libres. El comercio representará una preciosa fuente de riqueza para el reino y Estella-Lizarra cubrirá todas esas necesidades del peregrino en su andadura hasta Santiago.

El Camino de Santiago  ha marcado de manera importante a la ciudad , atesorando un gran patrimonio histórico, artístico y cultural, sobre todo de índole religiosa,  predominando el arte románico y gótico: San Pedro de la Rua, con su claustra cementerial, joya del románico navarro;  Iglesias del Santo Sepulcro, con su portada gótica francesa; San Miguel, iglesia-fortaleza con una de las portadas románicas más importantes de todo el país; San Juan o Santa María Jus del Castillo; y otros tantos edificios civiles, como el Palacio de los Reyes de Navarra, de los pocos ejemplos del románico civil de Navarra y de toda España, la Casa de Fray Diego de Estella, el Palacio del Gobernador…

Fiestas y folclore

En el calendario festivo de la localidad destacan el 25 de mayo: la Virgen del Puy, patrona de Estella-Lizarra; el 30 de noviembre: San Andrés, fecha en que las plazas de Santiago y San Juan se siguen llenando de  ganado caballar, tratantes, mercaderes y artesanos con motivo de la feria de ganado; el viernes anterior al primer domingo de agosto –el Viernes de Gigantes– comienzan las fiestas patronales en honor a la Virgen del Puy y del Santo Apóstol San Andrés.

Comer y beber

A la hora de comer el visitante encontrará abundantes lugares para elegir. El gorrín asado es el plato típico de Estella-Lizarra, acompañado por la ensalada de las huertas de Noveleta o Valdelobos, a la que necesariamente se unirá un clarete de la tierra. Como postre podemos elegir un queso o requesón de Urbasa.

                                    Estella Lizarra

Más al este, a escasa distancia, nos aguarda Sos del Rey Católico (Zaragoza), capital de la comarca de las cinco villas y lugar de nacimiento de Fernando el Católico.

Sos del Rey Católico

Esta villa antigua hunde su largo pasado en un viaje milenario que se reafirma en  testimonios históricos, artísticos y culturales de las diferentes civilizaciones que pasaron y  dejaron su herencia. Huellas de una intensa y rica historia protagonizada por personajes como Sancho Garcés, Ramiro I o  su más ilustre hijo, Fernando el Católico. Recorre las calles de Sos, abre bien los ojos y la mente y disfruta de un viaje prieto en patrimonio donde la piedra se convierte en arte.

Al llegar al recinto medieval de Sos nos da la bienvenida alguno de los siete portales que sellaban el sistema defensivo de la villa: portal de Zaragoza, Uncastillo, Sangüesa, Levante, Jaca, Poniente o del Mudo y el de la Reina. Portales que abren  calles estrechas y sinuosas que invitan a dejarnos atrapar por la belleza del Medioevo. Además de palacios y grandes edificios públicos, las empedradas calles se hallan salpicadas de bellas casas de piedra, puertas de medio punto con aldaba, coquetas ventanas góticas y renacentistas y bellos  aleros de madera que protegen nuestro andar.

La batalla más dura de Sos no la pudo parar la fortaleza, su gran derrota fue ver cómo sus hijos se iban durantes años en busca de prosperidad hacia otras tierras. La posguerra y las migraciones urbanas de mediados del siglo XX dejaron vacías muchas casas, la ruina se apoderó del caserío y aumentó la pérdida de servicios y oportunidades.

Sin embargo, en el año 1968 la riqueza artística y monumental de la villa permiten que sea declarada Conjunto Histórico Artístico y es desde estos años 70, y en una batalla sin armas, cuando la villa decide recuperar el tono vital, renacer. La importante rehabilitación del conjunto monumental impulsada por vecinos e instituciones, que continúa en marcha, ha dado paso a una apuesta clara por favorecer los servicios a la población.

Hoy Sos se siente orgullosa de acoger visitantes deseosos de sentir la historia, palpar la magia de las piedras y seguir disfrutando de la hospitalidad de sus gentes.

                                      Ciudades villas medievales Sos del Rey Catolico

Dejamos Aragón camino de Soria, donde el Duero abraza las murallas de Almazán.

Almazán

Almazán, “Villa del Mueble” y localidad soriana a orillas del Duero, se extiende en la encrucijada de un amplio nudo de comunicaciones equidistante de Madrid, Zaragoza, Valladolid y Pamplona. Eje motriz de la comarca, su enclave es cruce de caminos, culturas e historia.

Al centro urbano, la Plaza Mayor, se accede por la Puerta de la Villa. En ella se encuentran el Palacio de los Hurtado de Mendoza, recordando esplendores pasados,  como cuando fue Corte Real en época de los Reyes Católicos, la Iglesia de San Miguel, románica del siglo XII, obra de exquisita cúpula estrellada, declarada Monumento Nacional, y el Ayuntamiento. Desde aquí,  calles y callejuelas  conducen  a  los templos de Santa María, Campanario, San Pedro y San Vicente.

Rodeando la villa, las Murallas Medievales: Al-mazán, “El Fortificado”, conserva tres puertas, Herreros, Mercado y de la Villa; y los postigos de Santa María y de San Miguel. Extramuros, la Ermita de Jesús y las ruinas del Convento de La Merced, en cuyo recinto falleció en 1648  Tirso de Molina. Cruzando el río, “La Arboleda”, espacio inmenso de esparcimiento deportivo, ocio y naturaleza.

Almazán es un destino vivo con un calendario festivo y cultural importante. Dos celebraciones están declaradas de Interés Turístico Regional: el primer domingo de septiembre, la luminosa, ruidosa y emotiva “Bajada de Jesús”, y el 17 de mayo la ritual y folclórica del “Zarrón”, en honor a San Pascual Bailón. Cuenta también con dos Ferias de reconocido prestigio: “Venalmazán”, dedicada a la caza, pesca y naturaleza, y la consolidada “Feria de Muestras”. Además, dado su extenso programa cultural, no sería  extraño coincidir con los diferentes actos que la villa organiza: conciertos, exposiciones, certámenes teatrales y de pintura, el mercado renacentista, etc.

Y, cómo no, conviene no partir sin haber probado su deliciosa gastronomía basada en viandas de la tierra, como los níscalos a la cazuela, asados o productos de la matanza, y,  sobre todo, sus deliciosos dulces típicos, yemas y paciencias.

Arte, naturaleza, ocio, cultura y buen yantar. Todo invita a descubrir este bello lugar.

Almazán te abre sus puertas.

                                         Ciudades villas medievales Almazan

Desde Almazán nos vamos a Guadalajara, concretamente a Sigüenza, una de las ciudades que mejor ha conservado el legado del medievo.

Sigüenza

Los celtíberos bautizaron a la ciudad con el nombre de “Segontia”, que significa “la que domina en el valle”. Será porque está situada a novecientos noventa y ocho metros de altitud, en plena Sierra Norte de la provincia de Guadalajara.

Es D. Alfonso VII, rey de Castilla, quien concedió a los obispos el señorío civil sobre la ciudad y sus gentes, convirtiéndose desde ese momento en señorío episcopal; señorío que perdurará hasta finales del siglo XVIII. Durante este periodo pasarán casi cien obispos que irán dejando huella en la fisonomía urbana de Sigüenza.

Sigüenza es un verdadero libro abierto de historia, plasmado en sus  diferentes barrios,  como la Judería, el barrio Renacentista,  Barroco y Neocásico. Recorrer las calles seguntinas es un paseo por la historia. Su barrio medieval; la Catedral, en cuyo interior está la “Capilla de los Arce” con la escultura funeraria del “Doncel”; el Castillo, actualmente Parador de Turismo, situado en la parte más alta de la ciudad y asentado sobre un primitivo castro romano; las iglesias románicas de San Vicente y Santiago; la Casa del Doncel; las puertas de la muralla…También se puede visitar el Museo Diocesano de Arte Sacro, con importantes obras en su interior.

En su gran oferta gastronómica destacan el “tapeo” (de gran tradición seguntina) y  platos típicos como las migas, asados, caza, setas de cardo, productos de matanza y ricos postres elaborados con miel.

La artesanía seguntina se distingue por su tradición familiar y por la variedad de productos, destacando: alfombras, botas de vino, cerámica, espejos, cincelados, forja y objetos de bronce.

                                          Ciudades villas medievales Hondarribia

En Pedraza (Segovia) podremos refugiarnos tras sus murallas y degustar  suculentos asados.

Pedraza

Al noreste de la provincia de Segovia se encuentra el municipio de Pedraza, a 35 km de la capital y a 120 de Madrid. Edificada con un fuerte recinto amurallado, divisamos este enclave medieval conservado intacto aproximadamente desde el año 1600, y declarado Conjunto Monumental en 1951.

El paseo por sus calles, en las que la vida parece haberse detenido en el tiempo, nos lleva siglos atrás para descubrir, paso a paso, sus casas blasonadas, edificios singulares  y vistas incomparables desde sus miradores.

Cárcel de la villa

La encontramos integrada en la puerta de la villa, que conforma el único acceso al municipio. Es este un emblemático edificio, con unos muros cargados de historia, conservados como se construyeron originalmente. En esta visita podrás descubrir los secretos que guarda una auténtica cárcel medieval.

Plaza Mayor

Una parada obligatoria se merece su Plaza Mayor porticada, una de las más bellas de España, donde se celebran festejos taurinos desde el año 1550.

Castillo

Esta es la construcción más importante de la villa. Rehabilitado por Ignacio Zuloaga, donde situó su estudio, y donde actualmente podemos encontrar un museo al que da nombre el pintor vasco.

Casa del águila imperial

De una  forma amena y divertida, este  centro de interpretación nos muestra la importancia de la protección de especies y hábitats.

Conciertos de las velas

Dos noches mágicas, durante los dos primeros sábados del mes de julio, en las que podrás disfrutar de la mejor música bajo la única iluminación de miles de velas. ¡No te lo pierdas!

Podrás descansar en cuidados alojamientos, saboreando una cocina tradicional y unos productos artesanales,  con la comodidad de estacionar tu vehículo en un parking gratuito a cien metros de la Plaza Mayor.

¡Todo esto hará que te lleves a Pedraza en tu recuerdo!

                                          Ciudades villas medievales pedraza

Entre dos mundos se encuentra Consuegra (Toledo), donde realidad y ficción se entrelazan con un suave aroma a azafrán. Será el último caballero medieval, Don Quijote, quien nos guíe en esta parte del camino.

Consuegra

Bastión inexpugnable, morada de reyes,  lugar donde confluyen gigantes y molinos evocando las aventuras de Don Quijote…El legado histórico de la ciudad de Consuegra, a solo 60 km de Toledo y a 120 de Madrid, es uno de los más importantes de Castilla–La Mancha.

Desde la prehistoria hasta hoy la ciudad ha sido una encrucijada de culturas que han ido dejando su huella imborrable, forjando un paisaje histórico excepcional.

Los carpetanos erigieron el primer asentamiento en el siglo VI a.C. Roma conquistó la ciudad y fundó Consaburum. Reinos y califatos combatieron por Consocra edificando un castillo milenario a cuyos pies murió Diego Rodríguez, hijo del Cid, un 15 de agosto del 1097. En el castillo tuvo su sede la Orden de San Juan de Jerusalén desde el 1183, siendo Consuegra la capital del Gran Priorato de Castilla y León.

Consuegra es un escenario en el que los visitantes son los protagonistas. La fuerza fascinante del Castillo y Molinos de Viento los hace sentirse cual singular Don Quijote o Dulcinea. Entrar al interior de los gigantes, visitar  las estancias de la fortaleza  y subir a las terrazas de sus torres para contemplar la inmensa llanura manchega es imprescindible.

El casco urbano de la ciudad es el crisol donde se funde tradición, innovación, monumentalidad y la hospitalidad de sus habitantes.

Excelentes alojamientos, restaurantes y actividades en las que el protagonista es el visitante, como visitas teatralizadas, para niños, rutas artesanas y una rica gastronomía, se funden con la historia y completan la oferta.

Cada 15 de agosto se puede regresar al medievo con “Consuegra Medieval”, y el último fin de semana de octubre el aroma de Azafrán inunda la ciudad.

                                               Ciudades villas medievales consuegra

Acercándonos hacia el final de nuestro recorrido nos adentramos en el valle del Alagón, en la localidad de Coria (Cáceres), antigua sede del marquesado de Alba, episcopal y nobiliaria, donde el toro bravo pasea su silueta por campos y dehesas.

Coria

Señorial, episcopal y milenaria, la Ciudad de Coria, la antigua sede del Marquesado de Alba, atesora, bajo el reposado silencio de sus recuerdos, un magnífico legado monumental diseminado por el irregular trazado medieval de su coqueto Casco Histórico, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico, fraguado por los distintos pueblos que se asentaron por estas ricas tierras de vega: vetones, romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos, cuyas huellas han quedado diseminadas por cada uno de los evocadores rincones de la ciudad amurallada, lo que la convierte en uno de los núcleos más antiguos de la fértil Extremadura, atestiguado por el magnífico patrimonio histórico-artístico que conserva. Es el caso de las Murallas Romanas (s. III-IV), el Castillo de los Duques de Alba (s. XV), el Palacio de los Primeros Marqueses de Coria (s. XV-XVI), la Catedral Gótico-Plateresca (s. XV-XVIII), la Iglesia de Santiago Apóstol (s. XVI-XVIII), el Convento de la Madre de Dios (s. XVI-XVII), el Palacio Episcopal (s. XVII) y las Cárceles Real (s. XVII) o Eclesiástica (s. XVIII), entre otros.

De igual modo, variado es también su rico patrimonio etnográfico.  Diseminadas a lo largo del año podrá encontrar el jovial turista un amplio repertorio de manifestaciones festivo-culturales con las que disfrutar del carácter abierto, amable y hospitalario de los caurienses. Hablamos de la Semana Santa, la Romería de Ntra. Sra. de Argeme, las Fiestas de San Juan,  donde los toros corretean libremente por las angostas calles del recinto intramuros amurallado, o la festividad del Jueves Turístico, atractivo mercado medieval amenizado por los rincones del Casco Histórico.

También podrá degustar el viajero la rica cocina gastronómica de la localidad,  representada por la fecunda gastronomía popular compuesta por: “chanfainas”, “calderetas” de cordero, “migas” de pan y “mojos” de bogas, barbos y tencas; que a su vez se ve enriquecida con la moderna cocina contemporánea y por todo un amplio repertorio de espléndida repostería popular y artesanal donde destaca la exquisita elaboración de las Monjas Franciscanas de la T.O.R. del Convento de la Madre de Dios: “roscas de piñonate”, “mantecados”, “brazos de gitano”, “mazapanes” y “galletas surcadas”.

Finalmente, al extenso patrimonio paisajístico de la Ciudad del Alagón se suman paisajes agrestes de suma belleza que circundan los entornos naturales de la Ciudad de Coria. Campos adehesados de encinas, que en primavera se tiñen de verdes, amarillos, morados y abermellados que se entremezclan con el azul intenso del cielo y los blancos puros de las algodonosas nubes.  Irrepetibles bosques de ribera repletos de verdusca vegetación de tonalidades ocres, verdes, áureas y púrpuras, entre los que discurre el remansado río Alagón, cuya orografía y color hacen de su recorrido un oasis de pequeñas “islas” en pleno corazón del Valle.  Un verdadero arco-iris natural que puede ser descubierto por los amantes de la naturaleza, bien a pie, a caballo o en bicicleta de montaña.

                                                Ciudades villas medievales coria

Ya junto a la frontera portuguesa está Olivenza (Badajoz), localidad fundada por los templarios en el siglo XIII.

Olivenza

Olivenza empezó siendo una encomienda templaria del reino de León entre 1230 (definitiva reconquista de Badajoz) y 1278. A partir de esta fecha, y por reclamación de Badajoz, pasó a ser aldea suya hasta 1297. En este año, por el Tratado de Alcañices, pasa de Castilla a Portugal. A partir de ese momento comienza la historia portuguesa de “Olivença”, que dura 504 años, hasta junio de 1801. En ese año el Tratado de Badajoz de 6 de junio pone fin a la denominada Guerra de las Naranjas y la frontera se establece en el río Guadiana, con lo que el enclave de Olivenza pasa a España “perpetuamente en calidad de conquista”.

Monumentos

La ciudad es Conjunto Histórico Artístico de ámbito nacional desde 1964. Dado el carácter eminentemente militar de la plaza, Olivenza tuvo cuatro murallas. Se conservan la primera y la última. En la primera destaca la Torre del Homenaje del alcázar y en sus inmediaciones se sitúan los principales monumentos: Santa Mª del Castillo (construida en estilo renacimiento tardío entre 1584 y 1627, en la época en que Portugal y España compartieron la corona de los Felipes) con su magnífico retablo del Árbol de Jessé, la Capilla del Espíritu Santo de la Casa de Misericordia o el portal manuelino del Ayuntamiento, del siglo XVI y templo parroquial de Santa Mª Magdalena (del mismo estilo y fecha, mandado construir con ocasión de constituirse Olivenza en sede del obispado de Ceuta, entre 1512 y 1570). En todas ellas se conservan interesantes paneles de azulejos de los siglos XVII y XVIII, así como abundante retablística barroca de talla dorada y policromada.

                                               Ciudades villas medievales olivenza

Al otro lado Vila Viçosa (Alentejo) nos sorprende con un recorrido por  sus calles y plazas repletas de naranjos.

Vila Viçosa

Vila Viçosa está situada en la planicie del Alentejo  y pertenece  al distrito de Évora.  La villa está situada a 187 km de Lisboa, a 55 km de Badajoz, a 150 km de Cáceres y a 54 km de Évora, capital del distrito.

El crecimiento y la historia de esta villa, de fundación medieval, son inseparables de la Casa de Braganza, la más importante casa de nobleza portuguesa. Eran el tiempo de la “Corte en la aldea”. A la sombra de los Duques de Braganza se fue labrando un variado y riquísimo patrimonio cultural, histórico, religioso, arquitectónico y artístico.

Estamos en un pueblo que no se parece a ninguno. Pocos son los municipios que  cuentan en su haber con una historia tan auténtica y singular y con raíces tan profundas.  Visitar Vila Viçosa es siempre un viaje entrañable para todo aquel que se acerca a este bonito pueblo. La impresión se acentúa al recorrer sus avenidas y plazas, ornamentadas de naranjos, su Palacio de los Duques de Braganza, su Puerta de los Nudos, su recinto amurallado, aún hoy existente, erigido en el siglo XIII, y sus innumeras iglesias, con particular atención para la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, patrona y reina de Portugal, donde todavía flota el ambiente de siglos pretéritos. Son muchas las expresiones patrimoniales, históricas, artísticas  y culturales que han templado la naturaleza de Vila Viçosa, considerada “la primera corte ducal del renacimiento portugués”, revestida con el más noble material de construcción extraído de las canteras locales: el mármol.

La memoria del pasado coexiste en sus hermosos edificios, sus magníficas iglesias o palacio, especialmente cuidados y rehabilitados, así como en sus singulares casas señoriales. Después de descubrir este patrimonio monumental, resulta imprescindible visitar las canteras de mármol y disfrutar de la  rica y variada gastronomía, en la que  destacan los  dulces conventuales.

La última parada es Marvão (Alentejo), villa levantada a ochocientos metros de altura, medieval y blanca como la nieve. Allí, los próximos 8 y 9 de octubre nos espera una explosión de sabor con la celebración del IV Concurso de Tapas y Pinchos Medievales. Una oportunidad de oro para degustar la mejor  gastronomía en miniatura  de estos doce tesoros.

                                               Ciudades villas medievales Vila Vicosa

Marvão

La comarca de Marvão está situada en el norte del Alentejo y limita al norte con el río Sever, que constituye la Raya Internacional de Portugal y España, al sur con la comarca de Portalegre y al oeste con Castelo de Vide.

A 100 km de Cáceres, el pueblo de Marvão y su castillo, candidatos a Patrimonio de la Humanidad, son destino turístico privilegiado.

Por su riquísimo patrimonio ambiental, arquitectónico e histórico, esta región está ubicada en el Parque Natural de la  Sierra de S. Mamede. A 862 metros de altitud, desde lo alto de las murallas, en un día claro se ven  la sierra da Estrela, al norte, la Sierra de S. Mamede al sur y las tierras de Espanã al este.

Para descubrir Marvão lo ideal sería pasear a pie por sus rincones, las calles empinadas y tortuosas donde el blanco de las casas encaladas se mezcla con el granito. El castillo y las murallas que rodean la villa, que en otros tiempos formaban una importante fortaleza, hacen hoy de Marvão un lugar único. En el interior de la fortificación hay que destacar el Museo Municipal,  la Casa del Gobernador, la Casa de Cultura, el Algibe, las iglesias y los jardines.

Lugar elegido para vacaciones o agradables fines de semana, la visita a este pueblo es motivo de sobra para una huída del bullicio de la vida diaria, gozando de la tranquilidad del pueblo portugués más cerca del cielo.

Además de Marvão, la oferta turística en la comarca es variada: las rutas de senderismo, los dolménes, la ciudad romana de Ammaia, el puente Quinhentista. El Parque de Ocio en Portagem, con sus piscinas, y la práctica de deportes náuticos en el Embalse de Apartadura también proporcionan momentos inolvidables.

El turista también puede aprovechar para comprar cuadros hechos con cáscara de castaña, portales de Belén, hierros forjados, artesanía típica de Marvão… y degustar la gastronomía tradicional, con su cordero, el cerdo ibérico, platos de caça y el fabuloso bacalao.

Marvão lo tiene todo para disfrutar de una estancia más que agradable y te está esperando para (re)descubrir la región.

                                           Ciudades villas medievale Marvaos

 

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